La población hispana ha experimentado un crecimiento significativo en algunos estados donde la infraestructura médica no está preparada o no está calificada para atender las necesidades médicas de esta comunidad. Esto es especialmente cierto en la atención de medicina primaria y general, donde la efectividad en la atención depende en gran medida de la capacidad del personal clínico para conectarse con su paciente, entendiendo no solo su lenguaje, sino también sus hábitos de salud basados en la cultura. Los sistemas de atención médica actuales en estas comunidades emergentes carecen de recursos y personal con las habilidades necesarias para conectarse realmente con sus pacientes y con las historias individuales de sus pacientes, lo cual es crítico para desarrollar diagnósticos acertados, planes de tratamiento efectivos y para asegurar el cumplimiento del paciente con los planes de atención.
Los miembros de nuestra comunidad hispana, especialmente aquellos que son inmigrantes recientes o ciudadanos de primera generación, tienen una relación única con la atención médica. En general, la medicina preventiva no es tan frecuente como la medicina “reactiva”. Influir en un cambio en esta generalización requiere un enfoque significativo en la educación y en la conexión entre el paciente y el proveedor.
Por último, nuestra comunidad hispana tiene hábitos únicos en el manejo del dinero, lo cual requiere una transparencia extrema en precios y una flexibilidad de pago.